lunes, octubre 30, 2006

La República Prohibida.

La Ciudad Prohibida es un mundo aparte
que los chinos podrían donar a los nómadas
de la razón y, allí, –lo decía Panero-,
dejarles construir la “República de los locos”.

Que los emperadores chinos vivieran al margen de un mundo que usaban como huerto de su ciudad, es una idea tan humana, que aún no se ha jubilado. Pero que su escenario originario se conserve tan bien y que, además, las autoridades chinas se afanen por arreglar y renovar la Ciudad Prohibida ha conmovido las neuronas de nuestro Consejo Regulador. Por eso, el Komando Rioja ha emprendido La Larga Marcha: género humano del mundo, llegó nuestra horda!

Frente al gran Parque Temático para turistas olímpicos que el PCCh esta levantando en la vieja y enigmática Ciudad Prohibida, el KR emprende su camino: 8.000 km de tejido humano anunciando nuestra propuesta internacionalista para la mítica ciudad: regaladnos ese lugar a los evadidos del mundo! ¡Cerrad los manicomios, abridnos la Puerta de la Paz! -aún llamada: Celestial-.

El Komando Rioja, revolucionario, vinícola y literario, es la dinastía de los “mugalaris”, el movimiento téctonico de las placas, el espacio Schengen del mundo, la utopia de Moro. Los militantes y las milytantas, las brigadistas internacionales, los visitantes ocasionales y los viajeros sedentarios... el KR somos la medida de lo desmedido.
Gora Bihotzak!

Saludos...


Komandantes Karmaikel y Ché.
Un saludo a nuestra brigadista mexicana.
No hay fronteras para los nómadas.

sábado, octubre 28, 2006

La Ciudad Prohibida


La ciudad prohibida
es un laberinto enorme de edificios y callejuelas. La maqueta descomunal de una historia que se mantuvo vedada durante 500 años –de ahí su nombre-. Hubo un tiempo en que los hombres, vivían al márgen de los hombres: tan sólo un muro los separaba. Las dinastías Ming y Qing, sus representantes legítimos y los lacayos de esa legitimidad, dejaron en la Ciudad Prohibida los bellos y elaborados decorados de una representación que hoy ya se ha convertido en teatro de calle.
En lo que mide el grosor de una muralla, se mide la distancia que separa a un hombre de otro: muros, murallas, fronteras, aduanas, pasaportes... la distancia cada día es más delgada y acabaremos por no distinguir al público de los actores. Y Guy Debord, no estuvo en china.

El marbeijing.


Beijing es una ciudad en transformación.
Las vallas, las obras, los escombros... por toda la ciudad se pueden ver los síntomas febriles: un prurito constructor que lleva a los chinos a rascarse por todas partes. Tiran abajo barrios enteros, levantan monumentales y modernos estadios o edificios; anchan, alargan o abren cientos de carreteras y autopistas; enfundan y remodelan cada trozo de siglo pasado que queda en pie... les pica por todas partes. Y lo que no puede ser transformado, lo encierran con sus presas. Una picazón frenética que no se detiene ni en las partes nobles: desde julio, un tren llega hasta Lhasa cruzando por en medio de los Himalayas. La temperatura china, definitivamente, está subiendo unos grados.
La globalización es el marbeijing: Marbella es global. Eso lo saben hasta los chinos.

martes, octubre 24, 2006

100 metros lisos...

Las olimpiadas del 2008
entrenan un “capitalismo con peculiaridades chinas” –parafraseando al maestro ChinoChano- que seguro que saldrá victorioso de sus 100 metros lisos. De momento, ya están alisando los escombros de los edificios y barrios enteros que van derrumbando y, de paso, desapareciendo. Los viejos Hutong –qué empecinadamente nostálgico es siempre el viajero- se resisten con uñas y dientes a un esquema que el Partido tiene ya trazado para la Nueva China. Se resisten los barrios y se resisten sus gentes, que siguen arriba y abajo, en un transcurso continuo de chinos que nunca se detiene: un río de gentes que nunca se seca.
El Komandante Karmaikel anotaba en su "Bitácora de Rarezas": es increíble que pueda haber tantos chinos en China. Y es increíble una foto sin un chino saliendo en ella.

Desde la ventanilla...


Beijing, al menos vista desde la ventanilla, se muestra como una mole corriendo al costado del camino: grandes, enormes edificios, hormigueros infinitos de ventanas y agujeros en la pared de los que cuelgan los aparatos de aire acondicionado. Son como parásitos tecnológicos chupando en las arterias energéticas de nuestro hormigón.
Y, entre los grandes bloques o después de ellos o en los huecos que quedan detrás –cuando caen- los chinos levantan los rascacielos más modernos e insólitos: espejos donde se peina la ciudad toda las mañanas, formas retorcidas y complejas que tienen ese aire Guggenheim de estos tiempos.
En realidad, se intuye, es la batalla de la ciudad contra la ciudad.

lunes, octubre 23, 2006

Beijing, por favor...


El chininglis del taxista y nuestra planetada logran entenderse. Decidimos que el LU SONG YUAN HOTEL (recomendado por la LonelyPlanet, of course) puede ser un buen plan. Y, más o menos, le señalamos en el mapa una zona de calles por donde parece que puede estar. Los Hutong son siempre la zona másomenos, aunque el gobierno chino está decidido a convertir la mayoría de ellos en Zona Cero, arrasándolos a base de escavadoras kamikazes.

Los aproximadamente 3o km.
que separan el aeropuerto de la zona del hotel, los hacemos en un silencio de esos que miran al mundo con cara de extraterrestre, mirando por la ventanilla de nuestro taxi-congelador. Los taxis de Beijing son como un frigorífico acondicionado. Salir y entrar de un taxi es como pasar por la puerta grande de un resfriado. Pero, quitando esos aires, los taxis son la mejor manera de moverse por Beijing y no muy cara. Aunque el autobús, el metro –si llega hasta donde quieres ir- y los cazayuanes abundan con sus motores por todas partes. La bajada de bandera son unos 10 yuanes y luego viene a ser como otros 2 yuanes por kilómetro. El taxímetro es de una exactitud suiza –posiblemente copiada, claro-.

domingo, octubre 22, 2006

RELATO DE UNA EXPEDICION


Queda ya lejos...
pero acá dentro, sigue acá dentro. Nos hemos tomado el tiempo necesario para la descomprensión: algo así como olvidar lo comprendido, retomar de nuevo los viejos puntos de referencia, estos que son de casa, volver a saber dónde estamos; reconocer las viejas caras, las calles de siempre, los hábitos, las asambladas KR... Tiempo para volver a casa, en definitiva, que también lleva su tránsito.
Poco a poco, lentamente, palabra a palabra, imagen a imagen, como hacen los buenos catadores, con ritual y parsimonia. Así iremos contando las andanzas de esta EXPEDICION KR CHINA2006. Un viaje de hermanamiento, de internacionalismo vinícola, de revoluciones y taninos.
Salimos un 8 de agosto de 2006. Desde Loiu, con Lufthansa, por entre 750 y 1000 euros , con una escala en Frankfurt, donde aún no habían retirado los futbolines que había por todas las terminales -los escombros del mundial de futbol-. Desde allí a Beijing que nos recibió un 9 de agosto grisaceo. Aunque en la capital china ese es el color que parece predominar en su cielo inmutable, como si le hubieran dado una capa de color humo al techo para que nada, ni el más leve trazo de disidencia, pueda dejar su huella en alguna nube.
Beijing, además, es una sauna donde millones de chinos se bañan en su propia humedad. Y nosotros con ellos. Y ellas, claro. Porque una de las primeras impresiones que el Komando Rioja recogió de China fue esa: las chicas y el calor. Que chicas, oyes! Una cosa... La belleza asiática tiene su nosequé... Nunca sabremos si fue el calor axfisiante el que desestabilizó nuestras hormonas o las hormonas las que estabilizaron nuestro sofoco. Pero estabamos todo el día húmedos y con los taninos en pura efervescencia.
Así nos recibió la ciudad, con su estrella roja a plena potencia: equipaje, cigarrito de llegada y los primeros cazayenes proponiendonos taxis "baratísimos" para acercarnos a la ciudad. Al final, laplanetada ayuda en estas cosas y cogimos un taxi oficial que era lo suyo y lo ecolónómico. La anécdota del día la propició el Komandante Karmaikel, alias GPS, pidiéndole a un desconcertado taxista que nos llevara a Beijing. El Komandante Ché afinó un poco más la dirección y el taxista respiró aliviado, mientras el regimiento entero de soldados del pueblo que custodiaban la parada de taxis se descojonaba por lo bajines de nuestro primer tropiezo landista. Así somos los de Bilbao: ¿Beijing? ¡Un botxo! Como el Casco Viejo pero con más chinos, oiga.