domingo, julio 22, 2007

Interrogantes




Al Komandante Karmaikel
le gustan las preguntas. Siempre le han gustado. No en vano hace años que emprendió la labor desinteresada y altruista –a lo mejor un poco autista- de recoger en su correo electrónico –vale dejarla en los comentarios del blog- la Gran Enciclopedia de las Preguntas Sin Respuesta. Algo así como aquello tan mensual de… ¿a qué huelen las nubes?
Sólo que la búsqueda –aún no terminada- del K. Karmaikel indaga más en las cuestiones que nos ocurren en los días comunes a todos. No preguntas del pensamiento –hay que pensar mucho, para parir un anuncio de compresas…-, sino aquellas que se aparecen en las acciones de lo cotidiano. Aquellas que, a fuerza de repetirse, devienen en comportamiento: "¿cuántas veces habremos cogido el mismo autobús, sin saber aún a qué hora exacta pasa? ¿cuántas veces se podrá decir de un libro que se lee en una tarde, y salir inmune de ese comentario?"...

Este hilo –ovillo- viene a cuento de lo siguiente: ¿por qué este blog es un viaje? ¿y seguro que es por China? La verdad es que el que sólo quiera billetes, menús, facturas o programas de fiestas, bares y monumentos puede recurrir a los libros, guías, mapas, blogs o páginas de los webs. Hay centenares. Algunos muy buenos. Otros útiles. Los más usados y los más visitados.
Pero entre los objetos y la mano, hay una línea que no es ni lo uno ni la otra. Es ese espacio inaprensible, ese límite fugaz donde –siempre- ocurre la vida: el destello.

Este blog es K.R.: Komando Rioja: comando revolucionario, vinícola y literario. Por eso el poema, a veces ebrio. Por que esta expedición se quedó en los bordes: donde rozan los cuerpos.



Inspiraciones.




Han cruzado los hombres las fronteras de lo humano, para rendirse a las lógicas implacables: el tiempo, el dinero, el mercado… Posiblemente, los últimos vestigios del comunismo son sólo la sombra decadente de lo que una vez fue anhelo. China –y seguramente Cuba- es el museo momificado de la Historia (con mayúsculas). Lo es, al menos, en sus formas de control. Aquellas de las que -no hay modo- no escapamos.

Pero por debajo del mundo organizado, en el discurso cotidiano de los días y la calle, en sus rincones y esquinas, aún quedan los soplos, los suspiros… la materia aliento que inspira nuestras vidas. Así viven los hombres del mundo. Así viven las mujeres: respirando.