domingo, octubre 22, 2006

RELATO DE UNA EXPEDICION


Queda ya lejos...
pero acá dentro, sigue acá dentro. Nos hemos tomado el tiempo necesario para la descomprensión: algo así como olvidar lo comprendido, retomar de nuevo los viejos puntos de referencia, estos que son de casa, volver a saber dónde estamos; reconocer las viejas caras, las calles de siempre, los hábitos, las asambladas KR... Tiempo para volver a casa, en definitiva, que también lleva su tránsito.
Poco a poco, lentamente, palabra a palabra, imagen a imagen, como hacen los buenos catadores, con ritual y parsimonia. Así iremos contando las andanzas de esta EXPEDICION KR CHINA2006. Un viaje de hermanamiento, de internacionalismo vinícola, de revoluciones y taninos.
Salimos un 8 de agosto de 2006. Desde Loiu, con Lufthansa, por entre 750 y 1000 euros , con una escala en Frankfurt, donde aún no habían retirado los futbolines que había por todas las terminales -los escombros del mundial de futbol-. Desde allí a Beijing que nos recibió un 9 de agosto grisaceo. Aunque en la capital china ese es el color que parece predominar en su cielo inmutable, como si le hubieran dado una capa de color humo al techo para que nada, ni el más leve trazo de disidencia, pueda dejar su huella en alguna nube.
Beijing, además, es una sauna donde millones de chinos se bañan en su propia humedad. Y nosotros con ellos. Y ellas, claro. Porque una de las primeras impresiones que el Komando Rioja recogió de China fue esa: las chicas y el calor. Que chicas, oyes! Una cosa... La belleza asiática tiene su nosequé... Nunca sabremos si fue el calor axfisiante el que desestabilizó nuestras hormonas o las hormonas las que estabilizaron nuestro sofoco. Pero estabamos todo el día húmedos y con los taninos en pura efervescencia.
Así nos recibió la ciudad, con su estrella roja a plena potencia: equipaje, cigarrito de llegada y los primeros cazayenes proponiendonos taxis "baratísimos" para acercarnos a la ciudad. Al final, laplanetada ayuda en estas cosas y cogimos un taxi oficial que era lo suyo y lo ecolónómico. La anécdota del día la propició el Komandante Karmaikel, alias GPS, pidiéndole a un desconcertado taxista que nos llevara a Beijing. El Komandante Ché afinó un poco más la dirección y el taxista respiró aliviado, mientras el regimiento entero de soldados del pueblo que custodiaban la parada de taxis se descojonaba por lo bajines de nuestro primer tropiezo landista. Así somos los de Bilbao: ¿Beijing? ¡Un botxo! Como el Casco Viejo pero con más chinos, oiga.

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