miércoles, octubre 10, 2007

Los huecos.

-El Templo del Cielo (II)-

Como salidos de un cuento,
hay lugares que las palabras no habitan: son aquellos donde los hombres se olvidan de serlo.
Apenas quedan sitios cuya arquitectura no haya sido levantada con el hormigón del tiempo, el martillo segundero, el plano reloj. No nos quedan ya -a este lado del muro del mundo, aún menos- parajes desiertos, territorios desconocidos, ZONAS AUTÓNOMAS donde el hombre sea elemento: apenas nos quedan huecos.

Hemos levantado plazas, teatros, edificios, jardines y zoológicos, reservas, parques y monumentos. Hemos trazado, delimitado, definido, diseñado, organizado, programado, establecido, roturado, determinado... cada rincón habitable del mundo, cada centímetro de tierra o agua. Incluso, hemos ocultado los lugares abandonados. Son los no-lugares:

Allí donde todo es grieta, hueco. En los intersticios y en los intérvalos. En las pausas. En los sueños. Y entonces flota en el aire el olor de la vida: que a veces es de las flores y, otras, de las fiestas.
La música del nómada es su huella.
La del mundo, sus gentes.


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